Las influencias de Manuel López Ramos.
por José David Cano.
Dice el maestro que la idea de lo artístico le surgió a muy
temprana edad, cuando en 1941 –y teniendo entonces 12 años- tienen la
oportunidad de escuchar al maestro Andrés Segovia; así lo recuerda: “La
impresión que me causó su arte maravilloso impactó mi alma como si hubiera
presenciado un milagro y me dije: “Algún día voy a tocar como el maestro
Segovia”.
Pero exagera el maestro, claro está. Basta echar una ojeada
de todo lo que se ha dicho de su virtuosismo: “Manuel López Ramos sirve a la
guitarra con talento y con amor”, dijo de él Andrés Segovia. “Es un artista de
gran clase y posee interpretación muy personal”, señaló por su parte Henryk
Szeryng. Mientras que Joaquín Rodrigo dice: “Manuel López Ramos se encuentra
entre los mejores guitarristas del mundo que han heredado la gran tradición
española, y sobresale por sus interpretaciones claras y apasionadas. “
Precisamente es lo que muestra Manuel López Ramos “Testimonio
de un guitarrista”. El volumen contiene algunas de las mejores grabaciones
hechas en el pasado por el maestro, desde finales de los años cincuenta: La Chacona
de Bach, en arreglo de Andrés Segovia; el quinteto de Catelnouvo-Tedesco con el
Cuarteto Parrenin de Francia; la Sonata para guitarra y clavicémbalo de Manuel
M. Ponce, con el clavecinista Robert Veyron Lacroix y la Suite al estilo de Leopold
Weiss, también de Ponce.
-En su juventud llegó a decir que algún día tocaría como el
maestro Segovia ¿Cree que lo consiguió?
-Nunca. Sigo pensando que laguna vez pueda llegar a hacerlo.
Para mí, Segovia fue como un dios. Emocionó al mundo entero. Y llevó a la
guitarra a planos superiores.
-Pero también figura entre esos grandes nombres. Por lo
regular, usted está al lado de Segovia.
-Fíjese que he tenido ese honor, de que me han comparado
mucho con el maestro. Pero a mí me parece que nunca llegué a hacerlo.
Lo cierto es que esta permanente inspiración y admiración por
Segovia le permitió al maestro Manuel López Ramos “la obtención de un sonido
magnifico, rico, vigoroso, intensamente expresivo”, como él mismo señala; en el
que nada suena áspero o desagradable, y que le permitió plasmar sus personales
ideas. Un perfecto equilibrio entre el intelecto y la emoción de un fuerte
romanticismo que lo convierten en músico espiritual con total ausencia de un
estereotipado materialismo.
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