jueves, 4 de febrero de 2016

Un testimonio musical de Manuel López Ramos



Entrevista publicada el 10 de marzo del 2005 en “El Financiero”
Un testimonio musical de Manuel López Ramos
por José David Cano
El vibrato, el alma del sonido, abandonado por los guitarristas
Nació en Buenos Aires en 1929, pero ha radicado en nuestro país al menos la mitad de su vida. Aquí no sólo prosiguió su brillante carrera artística sino, además, puso en marcha una academia, donde se han formado varios de los mejores guitarristas de México. Ahora, acaba de aparecer su disco Manuel López Ramos. Testimonio de un guitarrista.
Ese volumen, que ha sido editado por Luzam, nos acerca a un artista cuya categoría de interpretación es patente. No por nada Igor Markevitch, el gran director de orquesta, llegó a decir que “Manuel López Ramos hace de la guitara lo que Landowaka hizo por el clavecín. Jamás olvidaré la impresión que me causó la primera vez que lo escuché. Sabe hacer de la guitarra un instrumento de honda nobleza”.
Esta excepcional manera de interpretar hizo que el maestro López Ramos llevara a cabo giras por caso todo el mundo, presentándose en los mejores escenarios de Londres, París, Nueva York, Ámsterdam y Moscú. Y, aunque ya está retirado, sigue frecuentando Estados Unidos, donde imparte cursos de perfeccionamiento en instituciones universitarias del más alto nivel.
-¿Es verdad que ahora las nuevas generaciones se enfocan más a la perfección de la técnica, maestro?
-Así es: lo que seduce a las nuevas generaciones es tocar limpio, claro, seguro y rápido. Ésas son las finalidades; no hay finalidades artísticas 8salvo excepciones, claro está). Han elegido una técnica que difícilmente puede producir el arte de hacer música. Empezando desde el hecho mismo de que tocan con micrófono, lo cual considero un fraude pues no es el sonido verdadero de la guitarra. Entonces, a partir de eso, ya estamos en otro camino. Por ejemplo, ya toqué en grandes salas de concierto y nunca usé micrófono. Hoy, en las salsas de cien personas, ponen el micrófono ¿Por qué? Porque su técnica no es riesgosa. Es una técnica por encima, que va rápida y sale rápida del dedo; en cambio la nuestra, la que utilizamos para que la guitarra suene con posibilidades reales, es una técnica mucho más intensa, más fuerte: con ella se producen sonidos mucho más poderosos.
-El maestro Segovia tampoco usó nunca micrófono… ¿o sí?
-No, él era un enemigo del micrófono. Y eso que lo vi tocar en salas de dos mil personas. Recuerdo que una vez Stravinski le dijo a Segovia: “Su guitarra no suena fuerte, pero se oye lejos”. Creo que es la técnica que hay que seguir para hacer música. Y te pongo otro ejemplo: actualmente muchos guitarristas han dejado de vibrar. El vibrato, que es el alma del sonido, lo han abandonado. Quizás porque piensan que no es necesaria esa expresión emocional, quizás porque los jóvenes de hoy no son románticos como éramos antes, o es que no son tan apasionados. Porque el vibrato, lo que tiene, es que demuestra una pasión expresiva emocional…
-Y todo eso, es falta de apasionamiento ¿se nota ahora en el modo de tocar?
-Así es. Lo que más me inquieta es que en la guitarra haya pasado esto, mientras que en el violín, el cello o el piano no ha habido más que una superación de los antecesores. Hoy, usted puede escuchar un Maxim Vengerov, el violinista ruso, que es extraordinariamente fabuloso; y claro, él recoge todas las experiencias de los viejos maestros. Él toca con la experiencia de todos ellos, más la de él.
-Pero, entonces, ¿en la guitarra ha habido un estancamiento, un retroceso, o más bien se ha creado ya una nueva forma de tocar propia del siglo XXI?
-No quiero parecer ofensivo, pues respeto a los jóvenes guitarristas, pero es un hecho que existe una nueva corriente que ha dejado de lado esta manera de tocar, que es demasiado endeble, y que necesita del micrófono. Creo que hay un movimiento como para volver a nuestra técnica expresiva, sonora, intensa… Ahora bien, la verdad es que no sé qué es lo que   guía a estos guitarristas; de repente me da la sensación que lo único que quieren hacer es deslumbrar al escucha. Deslumbrarlo con la velocidad, la limpieza y todo lo que es un malabarismo. Eso es lo que persiguen; no la emoción ni el deleite para el público.
-Sin embargo, maestro, no va a negar que mucha gente se deslumbra por esa técnica… por no decir pirotecnia…
-En eso tiene razón. Es como cuando uno va al circo: ahí vemos a los malabaristas, a los trapecistas y nos deslumbran con su trabajo. Nos maravillan los saltos en el alambre. Pero salimos del circo, y de qué hablamos con los amigos: de las futilidades. Es decir,  nos olvidamos enseguida de esa impresión circense. Precisamente esto es lo que le pasa a los jóvenes guitarristas actuales: la gente no sale emocionada. Sale maravillada, admirada, deslumbrada, pero no emocionada. Es más: aún recuerdo cuando conocí a Segovia. Era 1941, y lo escuché en una sala de Buenos Aires. Iba con mi hermano, que también estudiaba guitarra y era violinista. Salíamos de la sala de concierto diciendo: ¿te fijaste en esa frase, esa nota? ¡¿Cuánto daríamos por oír otra vez esa nota?! Tenía in sonido tan maravilloso, impresionante, emocionante.
-¿Y esa emoción se consigue sólo con la técnica, o….?
-Claro, con nuestra técnica expresiva…
-No tanto con la composición…
-Van de la mano. Cuando las obras son de la grandeza que el maestro Manuel M. Ponce consiguió, con más razón todavía. A veces siento una pena enorme cuando voy a escuchar a guitarristas extranjeros, que tienen esa técnica o la otra, y no tocan las obras de Ponce. ¡Pero si están en la tierra del maestro!
-Oiga, ¿y es verdad que la guitarra sirve para conquistar mujeres?
-Mire, el sonido de la guitarra es cautivante. Es un sonido que enamora. Es un sonido que viene del alma del que pulsa el instrumento, por que los sonidos salen sin intermediarios. Por eso a mi libro que escribí le puse “La voz interior del hombre”. Por que el ser humano tiene una voz interior, que son sus recuerdos, sus nostalgias. Si vamos a darle a esos recuerdos y a esas nostalgias una voz, entonces suena a guitarra.


2 comentarios:

  1. Grande el Maestro López Ramos se le recuerda siempre. Concuerdo con sus comentarios totalmente, saludos!

    ResponderEliminar